Si está deprimido. ¡Hable con su economista!

jueves, 27 de octubre de 2011


Que me perdone el gremio de los psicólogos, pero a día de hoy creo que un economista está más preparado para entender a las personas y cambiarlas, que no un psicólogo. ¿Por qué? En toda época hubo alguien que entendió a la sociedad, la transformó, la guió, le inyectó valores, la corrigió y en muchos casos la utilizó para fines propios, como las guerras.

En tiempos pasados fue la iglesia, quien utilizando a un pueblo totalmente fiel a un Dios o doctrina, los movía según los criterios que en esa época se establecían, en otras épocas este poder se diluyó, debido a la fuerza de la nobleza, la burguesía o incluso las dictaduras, donde un líder, venerado por el pueblo establecía que era lo bueno y que era lo malo. ¿Y quién nos inyecta hoy los valores? ¿Los psicólogos? ¿La iglesia? ¿Nadie? Hoy los valores vienen establecidos por el poder financiero, la sociedad es totalmente individualista y materialista, aún incluso en tiempos de crisis (económica), prácticamente todo se hace por dinero y por tanto, el psicólogo de este siglo, o entiende las relaciones económicas o ya puede abandonar su oficio, pues el ser humano tiene un nuevo Dios que se escribe con dígitos, un Dios que no impone valores como la gula, la pereza, la soberbia o nos dice que la familia ha de estar unida, sino que habla de valores nuevos como ser emprendedor, el bienestar, la austeridad, el crecimiento, la satisfacción del consumidor o la propiedad privada. 

Si hoy preguntamos a una persona en edad adulta y con la cabeza amueblada sobre que le haría feliz nos dirá, poder pagar la hipoteca, seguir fijo en ese empleo o sencillamente que haya un Estado detrás que pueda atender sus necesidades, otros irán más allá y exigirán poder viajar o poder comprar un coche como garante de su libertad personal, y luego estarán los que exigen traje, corbata y móvil. Una sociedad en la que todos, en menor o mayor medida nos hemos dotado de un patrimonio material y que lo consideramos parte de la familia, donde la realización personal (como me gusta esta palabra) es en muchos casos la imitación de unos ídolos musicales, deportivos o televisivos, así como también los ejemplos a no seguir también son de esa farándula mediática, no olvidemos que todo ello está controlado por el poder financiero. Por tanto, ya no queremos ser el perfecto obediente que asiste cada semana al rezo para demostrar su compromiso a la figura divina, ahora nos compramos esa colonia que anuncian para así marcar nuestro estatus social y dejar clara nuestra forma de ser.

De nada sirve que le hayan explicado los procedimientos químicos y mentales del cerebro y le hayan inculcado lo que era correcto o no en tiempos de Descartes o Kant, olvide eso, lance sus apuntes de psicología y filosofía, no tienen valor alguno, si quiere transformar la actual sociedad primero deberá conocerla, y me temo que muchos no la conocen, por incapacidad, por falta de estudio o por ignorancia cognitiva.

Al fin y al cabo todos somos parte de este sistema capitalista, y quizás no todos tenemos al mismo Dios como referente, somos politeístas como lo fueron los griegos, pero ahora, en lugar de Zeus o Poseidón, nos peleamos sobre si Apple o Android nos ofrece un mejor sistema operativo, sobre si el FC Barcelona o el Real Madrid jugó mejor esta jornada o sobre si Cristiano es mejor que Messi (permítanme discrepar como apasionado futbolero). Discusiones pasionales que si fueran oídas por un niño del cuerno de África le provocarían una carcajada de lo totalmente estúpidas e irrelevantes que son, pero es ésta y no otra la sociedad en la que nos ha tocado vivir y que día a día, unos más y otros menos, alimentamos y mantenemos, porque no seamos hipócritas, hay quienes se declaran contrarios al capitalismo y expulsan sus vísceras contra el mismo y al mismo tiempo no escatiman en comprarse el último modelo de iPhone o desearían tener dinero para gastarnos como todo buen nuevo rico, ejerciendo por tanto como capitalistas sin llegar a saberlo, lo que es incluso más grave, pues estos serían los más fieles del credo.

Atención, no quiero que mi artículo se lea como una crítica al sistema actual, esa opinión me la reservo para otro día, y requiere un análisis más profundo, sólo constato la realidad, el formato de vida de las sociedades occidentales y por ende del gran parte del planeta, así que ya saben, si están deprimidos o quieren respuestas a sus preguntas vayan a quien entienda la actual sociedad, a quien domine las variables financieras, a quien le sepa calcular el Euribor, ése será su psicólogo pues comprende el mundo en el que vivimos y en parte puede transformarlo. 

4 comentarios:

  1. Lalechequemamate - Chapol.lo27 de octubre de 2011, 18:02

    Irreverente como pocos, genial como ninguno.

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  2. Gracias Chapol·lo, que usted me siga y me deposite esas palabras son aval y garantía de mi continuidad en el mundo de la blogosfera.

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  3. entonces, ¿qué es la felicidad?
    tener la cuenta corriente abultada para que propicie los caprichos del Hedo?
    No sé, pero ayer, las bravas que me pimplé eran "LA felicidad" o LA realización personal Brígida.

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  4. La felicidad es la necesidad de tener unos objetivos o retos y la posibilidad de hacerlos realidad. Siempre ha sido así, lo que han variado han sido los objetivos, antes de carácter moral, hoy día más de carácter material (directa o indirectamente).

    Así es LA vida.

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