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Sexo con chocolate

martes, 29 de noviembre de 2011


Entré, hacía frío allí dentro, apenas había luz, el tenue resplandor entraba por la ventana y rebotaba en la planicie de la vieja madera, sonó la puerta al cerrarse, sinónimo de que ella también había entrado, todo pasaba rápido, el reloj se movía a velocidad de vértigo, comenzó a subir la temperatura y nuestras prendas caían al suelo, tenía ganas, la gula no me reprimía. Sus brazos reposaron sobre mi espalda y mi pantalón vaquero cayó por completo al suelo, empezaba la música, aunque todavía sin una sinfonía clara, no nos dijimos nada, pero nos estábamos diciendo todo, se acabó la formalidad y llegó el momento de probarnos, la respiración y nuestra sonrisas empezaban a coger forma y el ambiente nos incitaba a hincar el diente al exquisito manjar.

Ausculté sus palpitaciones, iban en aumento, utilicé mi ironía y pregunté si tanto azúcar podría perjudicar su riego sanguíneo, ella sonrió y me afirmó que estaba muy baja en azúcar, pasaban los minutos pero a mi me parecían segundos, perdí la noción del tiempo y casi del espacio, habíamos entrado en calor, habíamos empezado el rito y la única prenda que nos cubría eran los finos hilos de una sábana blanca, ella quería chocolate sin condimentos, pero yo me empeñaba en decorarlo con algo de sacarina, temía que el atracón fuera difícil de digerir, pero no hubo tiempo para decidir, mi inconsciente y sus brazos, para que negar la realidad, me empujaban, el contacto de sus dedos provocaban en mi una respuesta en forma de un mayor agarre a su figura, y antes de ofrecerle mi postre, ya estaba abusando de sus suculentas naftalinas, era apasionante bordear con mis dedos aquellas trufas moldeadas y talladas al a medida, mi inconsciente actuaba por mi y sólo me guiaba por los cánones del placer, en un tira y afloja apasionante, yo también le ofrecí un buen escaparate de repostería, preferí que ella escogiera, ahí no dudó, se lanzó por la nata, quiso engullirla entera porque sabía que detrás le esperaba el chocolate, quería morder la tableta, tenía ansias de alcanzar el condimento, fue como un revoloteo de palomas, una guerra sin cuartel, donde las únicas heridas eran las del placebo que nos estábamos otorgando.

Y sí, aquello fue atracón como nos temíamos, había roto su estricta dieta baja en calorías y estaba manchado de chocolate, despeinado y con la cara rojiza, sonreía, como quien acomete una misión y se vanagloria en lo más alto, ella estaba más cansada que yo, no me estoy marcando ningún farol, entonces me miró con el ceño fruncido como quien busca el consuelo, provocando en mi cierta debilidad, yo todavía con los labios llenos de azúcar, quise aproximarme a ella y disfrutar de otro momento de placer, relamí el plato, y aproveché esas últimas capas de vainilla que aún resistían a la agitación previa. La luz dejó de ser tenue para convertirse en oscuridad, el ruido ya no lo hacíamos nosotros si no los coches que por fuera pasaban, los perros que por allí ladraban y las golfas golondrinas que buscaban marchitarse en pleno mes de noviembre, el pitido de una sirena, y su sonrisa, que todavía sonaba allí dentro.

Los comensales se disponían a abandonar la sala, no hizo falta dejar propina, salvo una mirada de compasión y cariño, me puse la chaqueta, se la puse a ella también, eran los últimos minutos, ella se maquilló y se recogió el pelo, yo me miraba al espejo y corregía los bocados del cuello con suaves pases de mano, pensaba en la ingesta de chocolate, mientras silbaba, ella me abrazó y salimos de allí juntos, hacía mucho frío pero el menú bien había merecido la pena. A nadie le amarga un dulce que dice el refranero.

Llegamos al cruce, eran casi las nueve de la noche, la agarré de la cintura y ella tocó mi cara sin afeitar, la besé (todavía había azúcar) y así nos despedimos, ella encendió su cigarro, era americano creo y me dijo que le había encantado compartir mesa y mantel conmigo, así pues yo le pregunté si repetiría velada y ella contestó:

-No lo sé, primero he de digerir todo el chocolate ingerido hoy. Hablamos...

Si tú me dices ven lo dejo todo. ¡Pero dime ven!

martes, 15 de noviembre de 2011


Tenemos las llaves, pero nos falta abrir la puerta, nos hemos aprendido el decálogo de buenas prácticas pero nos tiembla la voz al recitarlo, tenemos fobia a dar el último paso, tenemos miedo al fracaso, a no sentenciar la jugada, no hay árbitros, pero nosotros mismos nos posicionamos en fuera de juego.

El ser humano es experto en crearse a si mismo barreras, en escalar montañas cuando hay que seguir recto, somos aventureros, quizás algo heroicos, pero detestamos la simplicidad, será la competencia o la grandilocuencia, pero nos asustamos y nos cuesta dar el último paso, nos cuesta exhibir el amor hacia la otra persona, pensamos, que por acto de telepatía, podemos trasmitir sentimientos, y es cierto que hay miradas o confianzas en el lenguaje que nos delatan, pero si no resumimos esos gestos en un sencillo "te quiero" o "te necesito" podemos caer en el sueño de pensar que ya está todo hecho, en vivir de la ilusión de que nuestros sentimientos hacia la otra persona son correspondidos y que tarde o temprano todo acabará sucediendo, como por arte de magia, y no, somos materiales, somos imperfectos, nuestro cuero está tejido de heridas y nos toca dar el paso final.

Estos días he tenido la oportunidad de hacer una lectura muy recomendable, se titula "Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven" (Editorial Plaza y Janés) del novelista catalán Albert Espinosa, quien de forma muy hábil y amena nos explica sus inquietudes acerca del amor, la vida, la muerte y la enfermedad, e incluso nos muestra la amistad que puede existir entre una persona que está a punto de dejar esta vida y otra que acaba de llegar, provocando en el lector un auténtico manual de como ser felices. Y es que, y abandonado esta cita bibliográfica, la felicidad sólo se obtiene mediante el reconocimiento de nuestra debilidad, y es en el momento en el que somos capaces de exhibir nuestra pasión, amor o fidelidad hacia otra persona, cuando realmente nos encontramos con nosotros mismos y nos acabamos de conocer, es ahí donde vemos lo que somos. Aunque como dije antes, tenemos miedo, pensamos que es mejor vivir en la utopía de no decirnos nada y querernos, porque existe en nuestro interior un miedo a mercantilizar el amor, a etiquetarnos como pareja y que entonces no estemos a la altura y eso nos lleve un punto de partida peor del inicial, es decir, a no querernos, y por tanto nos conformamos, digamos y disculpen mis símiles con la economía, que somos negociadores de sentimientos, pero no nos damos cuenta, que sino sabemos gestionar nuestro amor y declararlo debidamente, también estaremos perdiendo el tiempo, pues sólo estaremos gestionando la mitad de un todo, y que por tanto, nos faltará la parte más importante, encajar la otra pieza del puzzle para entender la figura que queremos construir.

No tengan miedo, muchas veces ella lo está deseando, es tímida y quiere que des el paso, quiere esa seguridad de saber que también la quieres, necesita una aval para dar crédito (disculpen, les dije que era economista) renuncien a ese cierto egoísmo y olviden aquello de "sólo te querré  cuando tú me quieras" ya que siempre alguien debe de querer antes, espero que esto se haya entendido, nunca se quiere igual, pero si mejor, y es paradójico pero alguna que otra vez me enamoré de alguien que no lo estaba tanto de mi y luego resultó estar ella más enamorada de mi que yo de ella, joder! Cuánto pronombre personal para explicar algo tan sencillo, que no somos valientes y que mientras pensamos, el tiempo se nos pasa, y será otra persona quien aproveche su oportunidad, aquí los hábiles vencen. 

Dice el refranero que si luchas puedes perder, pero que si no luchas estás perdido, así que al menos inténtenlo, no se lo guarden, prueben el placer del amor, o el trago amargo del desamor, pero beban de esa fuente, si ella le dice que no, es que no merecía la pena y por tanto se ahorrará de pensar en alguien que no le convenía, si le dice que sí, más tiempo que tendrá para disfrutar, el tiempo es limitado, seguro que ella está esperando que le digas que vaya. ¡Díselo de una vez!

Ciao Silvio! Il sogno italiano è finito

lunes, 14 de noviembre de 2011


Empresario de éxito, cantante, conquistador de mujeres, showman, padre de familia, católico y a ratos, presidente de la República de Italia, en definitiva, ídolo a seguir por las clases medias del país. Y es que Italia no entiende de derechas o izquierdas, de socialismos o comunismos, ni tampoco de siglas partidistas, Italia es Berlusconi y Berlusconi es Italia, él es Dios y el pueblo fiel a su misa y liturgia.

Il Cavaliere nace en una familia adinerada de Milán un 29 de septiembre de 1936, y casualidades de la vida, da el salto a la política asesorado y guiado por su amigo Bettino Craxi, del Partido Socialista. A medida que va consolidando su imagen va haciéndose con el poder mediático y deportivo de Italia, consiguiendo así una penetración del berlusconimo en toda la población del país, desde el próspero norte lombardo a la isla de Sicilia pasando por Roma o Nápoles, ningún punto de la geografía transalpina se le resiste.

Él y sólo él funda el partido a su imagen y semejanza y el resto sale solo, el país funciona, o aparentemente eso parece, la corrupción interna no existe, Italia es feliz con sus apariciones televisivas, sus éxitos con el sector femenino, su campechanía y su compromiso con la  patria y la iglesia, factores que lo colocan como el padre de Italia, nada ni nadie puede anteponerse a él, ni la justicia, completamente sobornada y controlada por él, ni los medios de comunicación, también controlados por el mismo, hubo quien intentó quitarle la hegemonía, un tal Romano Prodi, cuya suerte duro poco. Así las cosas, Italia, como el resto del mundo entran en una declive económica sin precedentes y de repente el país se despierta de la burbuja de felicidad en que estaba sumergido, ésta se acabó, aparecen los problemas, todos se quejan, y la iglesia deja de ser berlusconiana para ser más italiana, ya no hay pan para sostener el circo y parte del fuerte sector empresarial del norte deja de apoyar las excentricidades de Silvio, los cuales se ganan el apelativo de "traidores"  y mientras tanto al pueblo se le agota la paciencia, eso sí, no hay partido en la oposición que pueda hacer frente al Popolo della Libertà (el partido de Berlusconi), a la oposición ni está ni se la espera, es como un holograma.

Y es que Italia parece otro mundo, país de talentos migrados, de buena cocina, de gente fiel, de estilo y clase, y por supuesto de historia y cultura, pero de corrupción desorbitada, además aceptada por el pueblo, donde todo el mundo hace la vista gorda, algo por otra parte propio del sur de Europa, pero acentuado y multiplicado por seis en el caso de Italia. Por encima de ideas políticas Italia vive bajo el orden y mando de una de las mayores burocracias de Europa, cosa que le ha llevado a una deuda pública de las más altas del mundo, impagable según muchos analistas y han llevado a Italia a un bonito escaparate lleno de iglesias e historia, pero también a un atraso económico y social, que por momentos recuerda a otro país como Grecia, con semejante pasado cultural, pero en la ruina económica.

Una vez que Berlusconi ha dimitido (aunque volverá, ya lo veréis) se abren incógnitas de lo que pasará, de hecho Italia está siendo intervenida y temporalmente se establecerá un gobierno de tecnócratas, seres venidos de otra galaxia a los cuales se les atribuyen conocimientos desmesurados, pero que no gozan del aval de las urnas, cosa que Silvio siempre podrá alardear, lo que está claro es que Italia no cambiará de la noche a la mañana y la mentalidad luterana no calará entre nuestros vecinos del mediterráneo, pero al menos se deberá de hacer el esfuerzo, esto supondrá seguramente que Italia pierda esa esencia y que los italianos liguen menos, es posible, pero a cambio el país vivirá una renovación de sus estructuras administrativas y de su mentalidad. ¿Os lo imagináis? Es complicado, el lambrusco nunca podrá ser como el champagne, pero cuando la botella está vacía no queda más remedio que llenarla si no queremos pasar sed.

Se abre la esperanza en Italia, un nuevo tiempo para hacer cambios y seguro que a partir de ahora Silvio podrá dedicar más tiempo a Patrizia D'Addario, Barbara Matera, Barbara Guerra, Barbara Montereale, Graziana Capone, Lucia Rosini, Roberta Nigro, Susanna Petrone.. y así hasta 131 mujeres que han pasado por sus manos. Ciao Silvio!

Flan sin nata

martes, 8 de noviembre de 2011


Hay muchos exponentes de la sinceridad, pero si nos ceñimos al campo musical hay uno por encima de todos, ese es Frank Sinatra (Hoboken, 12 de diciembre de 1915), los entendidos del género dicen que muchas veces no importaba la calidad de su voz o los juegos instrumentales, si no la potente capacidad de transmitir sentimientos que éste poseía y sobretodo su expresividad, haciendo de sus canciones auténticas historias repletas de sinceridad.

Y es que "La Voz", como era apodado el genio de Nueva Jersey, es la escuela de los que anteponen el fondo a las formas, el mentor de quienes pensamos que lo importante es la sinceridad de los actos y no lo "bonito" del acto, claro que en las centurias que hoy recorremos la tendencia desgraciadamente es otra, la imagen premia al texto y lo irrelevante vence a lo real.

Hago este recorrido para hablaros de un valor como es la sinceridad, creo que a corto plazo ser sinceros es un error, pues nos resta capacidad efectiva de seducción, pero a largo plazo es un valor muy seguro, ya que nos da una estabilidad emocional y una comodidad con nosotros mismos, aquí dependerá de cada uno el uso que hace de las mismas, aunque ya les aseguro por lo que he ido aprendiendo a lo lago de la vida que es mejor jugar a largo plazo. Casualmente Ava Gadner, quien fuera pareja de Frank Sinatra, ha confesado que "por culpa" de la sinceridad del segundo, la relación se fue al traste, pues Frank nunca cedía en sus trasmisiones emocionales, tanto en las positivas como en las negativas.

Claro, que ese exceso de sinceridad le llevó a perder muchas relaciones, pero también le hizo ganar otras tantas, y de todas ellas estaba "profundamente enamorado", eso suscitó más de una duda acerca de este cantautor, al que algunos han tildado infiel de forma equivocada, y digo de forma equivocada porque Frank Sinatra no mentía, sabía gestionar los tiempos de una relación, y una vez acabado el plazo sabía finiquitar la misma, no engañaba a nadie, se limitaba a confesar a la otra persona que esa llama del amor se acabó y que ahora tocaba encender otro fuego. Y tiene mérito, pues habitualmente las partes finales de las relaciones son las que están más cargadas de mentiras, junto con el comienzo, claro.

No busquen los condimentos ni la belleza del plato, no jueguen a exhibir valores que no puedan ser eternos, apuesten a largo plazo, y muéstrense tal y como son, sean sinceros, ya que, aunque les reste ese plus de innovación se estará generando una imagen más fiel de la persona, y en parte, también es de agradecer recibir una información real de la persona con la que vas a compartir buenos y malos momentos, acepten que la vida no es un Currículum Vitae donde se miente más que habla, no habrá detrás una persona de Recursos Humanos para evaluarnos, si no una persona de carne y hueso como nosotros, que quiere saber si merece la pena confiar en nosotros.

Así que por favor, enséñame las cartas y sírvame el postre, pero lo quiero sin condimentos ni decorados, quiero el flan sí, pero lo quiero sin nata, no me endulces tanto que al final me provocarás una subida de azúcar. 

Ya lo decía la canción.

I've loved, I've laughed and cried. I've had my fill; my share of losing. And now, as tears subside,
I find it all so amusing. To think I did all that; And may I say - not in a shy way,
" Oh no, oh no not me, I did it my way".

La madurez no existe, son los padres

lunes, 7 de noviembre de 2011


Hoy les hablaré de un palabra muy común, de un dogma casi litúrgico del que toda oposición a él nos conlleva a la temeridad y a no ser personas cuerdas. Sí, les hablo de la madurez, un concepto aplicable a las frutas que una vez sembradas han dado sus resultados y que alegremente, no sé porqué, hemos aplicado al ser humano como sinónimo de responsabilidad.

Hoy, un conocido preguntaba, ¿A qué edad se madura? No sabía que decirle, estaba pensando en la pubertad, en la adolescencia, en la primera pareja, en el primer sueldo, en el fallecimiento de un ser querido, hasta incluso miré la definición que daba nuestra biblia lingüística, la RAE, pero nada, era incapaz de responder, sin embargo, de entre todas las respuestas, apareció un lúcido de la dialéctica, un viejo espada de la lengua y compañero de filas llamado Sergio García, quien dejó una frase que me hizo reflexionar, tal cual cito, "la madurez es la edad que tienes más uno", a lo que luego añadía, "es la manera de achacar las equivocaciones que cometemos a nuestra inmadurez." 

Y es que la madurez, como bien indica el compañero no tiene edad ni punto de encuentro, y constantemente nos preguntamos si somos maduros, cometemos un error, pues nunca llegaremos a la madurez, ya que ésta es como el horizonte, que siempre vemos, pero nunca podemos alcanzar ni tocar. ¿Y por qué? Pues básicamente porque el mundo y la realidad son cambiantes, no son factores estáticos, de nada nos sirve ser maduros durante un tiempo y entender el entorno, si luego no nos adaptamos a los nuevos tiempos, volvemos entonces a la inmadurez. La madurez es el día a día, es aprender, es tener una visión de lo que puede pasar y tratar de adaptar nuestra mente y nuestro cuerpo a los retos que se nos presenten, unas veces bajo el paraguas de la improvisación y otras veces con la seguridad de que seguir ese camino nos llevará a entender el futuro. Por tanto la madurez es una actitud de vida, o lo que es lo mismo, la madurez es sencillamente lo que algunos llaman, responsabilidad, un concepto complicado de definir e imposible de abrazar, la madurez en definitiva es como ese amor tardío al que has enviado el mensaje y esperas respuesta, puedes creer que eres maduro, pero sólo el tiempo te dirá si eres maduro, será dentro de unos años cuando mires al pasado y analices si en su día hiciste bien o mal actuando así.

Seguramente en otros tiempos la gente no podía hacer reflexiones a largo plazo y las sociedades eran más conservadoras, de ahí a que la madurez se alcanzara únicamente haciéndose mayor, como por arte de magia, una vez pasada la mayoría de edad uno ya se hacía con los dominios de si mismo y adquiría este título, con el tiempo nos hemos dado cuenta que eso no era así, y que la madurez, como el hombre del saco, no era más que una figura retórica impuesta por nuestros padres, y por ende, de la sociedad.

Cuando me preguntan si soy maduro siempre respondo, ¡Ojalá! A lo que luego sentencio, "cada día que pasa descubro que de mi madurez soy más inmaduro", trato de lograr y dominar todo lo que a mi alrededor acontece y descubro que es muy difícil, por no decir imposible, así que asumiendo la derrota, trato de vivir aprendiendo cada día, con el sueño de poder transformar unos ideales (todo el mundo tiene derecho a soñar) pero con la consciencia de que la madurez se levanta conmigo cada día cuando suena el despertador, y que desde mi humildad y relevancia, trato de escuchar y ver, para luego poder decir lo que pienso.

"¡Puta madurez! Qué necesaria eres."

 
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