Sonríe por encima de tus posibilidades

miércoles, 1 de agosto de 2012


Se ha puesto muy de moda en el lenguaje político, mediático y económico esa fábula de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, como si la posibilidad en si fuera un objeto cuantificable y calculable. Lo que si parece más claro, y aquí hago las veces de observador, es que cada día se sonríe menos y se sonríe peor, ergo, hay una bajada cuantitativa y cualitativa, por tanto estamos sonriendo menos de lo que deberíamos, pero claro, aquí ni el FMI ni el BCE nos van a recomendar que sonriamos más, ni nadie nos va advertir de esa carencia.

¿Por qué sonreímos menos? La explicación es muy sencilla, hemos vinculado nuestra felicidad a objetos cuantificables en términos monetarios, hemos hecho de la posesión un placer y hemos apartado los gestos afectivos, la asociación entre personas y los actos altruistas a una segunda división en nuestras vidas, esto ha hecho que durante tiempos de bonanza, todos fuéramos felices y que de repente, una vez finalizado ese sueño y sustento material, todos hayamos entrado en depresión, tristeza y ofuscación.

Pero, ¡Alerta! Que diría el crítico televisivo Ferran Monegal, esta perversión humana no ha surgido de la noche a la mañana, ni mucho menos espontáneamente, hemos llegado hasta este escenario porque entre todos hemos ido desarrollando desde pequeños unos valores y una ética que distaban de lo moralmente correcto y humano, y hemos asumido una prostitución en nuestro código deontólogico como nunca antes se había hecho, sumado claro, a que el ser humano es ya de por si imperfecto e instintivo. Hemos reducido por tanto la felicidad a muy pocas cosas, y hasta el amor hoy día se ha llevado a unos límites completamente artificiales, guiados por las principales cadenas de consumo y los medios de comunicación. 

Sólo nos preocupa lo nuestro, no tenemos conciencia de vivir en sociedad, salvo cuando vamos a votar y todos "queremos cambiar el país" o cuando desde la barra del bar, muchas veces en estado de embriaguez, nos envalentonamos. Hemos convertido al ser antisocial que se monta en el metro con sus auriculares y no dice ni pío en nuestro referente social, en cambio, ese hombre mayor que se sienta a nuestro lado y trata de entablar una conversación, lo hemos elevado a la categoría de abuelo pesado que nos da la barra, cuando no nos damos cuenta, pero quien realmente nos da por saco es un modelo de sociedad y unos valores prefabricados que nos empujan hacia un precipicio de insolidaridad, egoísmo y poca humanidad, aderezados con mucho circo de por medio para que vivamos entretenidos y pensemos que realmente somos felices. Hemos minusvalorado el arte, el placer de estar una tarde devorando un libro, la necesidad de compartir momento con otra persona o el simple hecho de sumergirse en un bosque y vivir un poco la naturaleza en lugar de ver tantas luces y tantos logotipos al grito de "Compre, compre" o "Estamos de oferta." 

Está claro que nuestra felicidad vendrá determinada por nuestra ética, es decir, por tener la capacidad de discernir de lo que es realmente importante y lo que es irrelevante, de valorar aquello que tenemos en el campo afectivo y de saber cuidarlo, de tener una actitud crítica frente a la vida y de no ser simples borregos que siguen a la masa. De responder al odio, valor muy en alza en sociedades enfermas como la nuestra, con proposiciones positivas, haciendo que al final el odio pierda su valor, ya que no lo olvidemos, en nuestra sociedad actual, quien odia se le tiene en consideración pues es como el más "rebelde de la manada" en cambio quien actúa con moderación y responsabilidad no se le hace mucho caso, pues no hace tanto ruido y por tanto eso no vende, ejemplo claro, de que la sociedad de hoy ha perdido el sentido incluso a la hora de convivir y es un auténtico Show de Truman. De hecho, os contaré un secreto, si yo no tuviese ética ni valores y quisiera ser rico (económicamente hablando) me aprovecharía de esta sociedad enferma y escupiría odio, de forma inteligente claro, para que así se me escuchara y de esa forma podría hacer algo de dinero, pero mira que raro soy, esa hazaña no me motiva.

Si piensas que tu felicidad depende de cantidades monetarias o de si sube o baja la prima de riesgo, ya te lo aviso, va a ser complicado que seas feliz. ¡Ética! Es lo único que pido, sólo un poco de ética, con eso, podrás lograr sonreír por encima de tus posibilidades, que falta hace y que por cierto se contagia.

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