Hay momentos en la vida en que toca emprender un viaje hacia delante, tarde o temprano nos vemos empujados a construir nuestro barquito de papel y adentrarnos en la mar. La aventura es apasionante sin lugar a dudas, pero comprendo que al principio pueda existir preocupación y cierta incertidumbre a lo desconocido, pues desde nuestra plácida orilla tenemos miedo a que un fuerte oleaje nos lleve por delante.
Sé que no existe un guión de navegante y que muchas veces dejamos en tierra pertenencias y cosas valiosas, pero esos seres queridos, si de verdad lo son, van a estar ahí y nos van a desear un feliz viaje, pues van a asumir que nuestra pasión es emprender un nuevo horizonte y que ello nos reporta la felicidad.
Reconozco que en mitad de la mar, cuando giras la cabeza y ves a lo lejos la orilla desde la que zarpaste, puede que unas lágrimas salgan de tus pupilas y nublen tu vista, pues añores tiempos pasados, pero la fuerza de mirar hacia delante y ver que ahí te espera un lugar mejor, tiene más fuerza y sólo el tiempo disipará tus dudas. Es ahí cuando verás que ya no hay vuelta atrás, que estás siendo partícipe de tu historia y que el placer de remar en libertad es algo a lo que ya no querrás ni podrás renunciar.
No dudes, el corazón te lo dicta y lo sabes, no pidas suerte ni enciendas velas, es cuestión de creer en uno mismo, es cuestión de orientar el barquito y avanzar lentamente, de demostrarte y demostrar tu valía. Lo que te espera es fabuloso, es un libro en blanco que empiezas a escribir, un libro blanco que se llama vida y que estoy convencido que dará para muchos volúmenes. Sueña, piensa, imagina, crea y dibújalo en ese libro. Hazlo realidad.
Sonríe como sabes hacerlo, con optimismo y adelante, sal a comerte el mundo. ¡A navegar!
0 comentarios:
Publicar un comentario