Flan sin nata

martes, 8 de noviembre de 2011


Hay muchos exponentes de la sinceridad, pero si nos ceñimos al campo musical hay uno por encima de todos, ese es Frank Sinatra (Hoboken, 12 de diciembre de 1915), los entendidos del género dicen que muchas veces no importaba la calidad de su voz o los juegos instrumentales, si no la potente capacidad de transmitir sentimientos que éste poseía y sobretodo su expresividad, haciendo de sus canciones auténticas historias repletas de sinceridad.

Y es que "La Voz", como era apodado el genio de Nueva Jersey, es la escuela de los que anteponen el fondo a las formas, el mentor de quienes pensamos que lo importante es la sinceridad de los actos y no lo "bonito" del acto, claro que en las centurias que hoy recorremos la tendencia desgraciadamente es otra, la imagen premia al texto y lo irrelevante vence a lo real.

Hago este recorrido para hablaros de un valor como es la sinceridad, creo que a corto plazo ser sinceros es un error, pues nos resta capacidad efectiva de seducción, pero a largo plazo es un valor muy seguro, ya que nos da una estabilidad emocional y una comodidad con nosotros mismos, aquí dependerá de cada uno el uso que hace de las mismas, aunque ya les aseguro por lo que he ido aprendiendo a lo lago de la vida que es mejor jugar a largo plazo. Casualmente Ava Gadner, quien fuera pareja de Frank Sinatra, ha confesado que "por culpa" de la sinceridad del segundo, la relación se fue al traste, pues Frank nunca cedía en sus trasmisiones emocionales, tanto en las positivas como en las negativas.

Claro, que ese exceso de sinceridad le llevó a perder muchas relaciones, pero también le hizo ganar otras tantas, y de todas ellas estaba "profundamente enamorado", eso suscitó más de una duda acerca de este cantautor, al que algunos han tildado infiel de forma equivocada, y digo de forma equivocada porque Frank Sinatra no mentía, sabía gestionar los tiempos de una relación, y una vez acabado el plazo sabía finiquitar la misma, no engañaba a nadie, se limitaba a confesar a la otra persona que esa llama del amor se acabó y que ahora tocaba encender otro fuego. Y tiene mérito, pues habitualmente las partes finales de las relaciones son las que están más cargadas de mentiras, junto con el comienzo, claro.

No busquen los condimentos ni la belleza del plato, no jueguen a exhibir valores que no puedan ser eternos, apuesten a largo plazo, y muéstrense tal y como son, sean sinceros, ya que, aunque les reste ese plus de innovación se estará generando una imagen más fiel de la persona, y en parte, también es de agradecer recibir una información real de la persona con la que vas a compartir buenos y malos momentos, acepten que la vida no es un Currículum Vitae donde se miente más que habla, no habrá detrás una persona de Recursos Humanos para evaluarnos, si no una persona de carne y hueso como nosotros, que quiere saber si merece la pena confiar en nosotros.

Así que por favor, enséñame las cartas y sírvame el postre, pero lo quiero sin condimentos ni decorados, quiero el flan sí, pero lo quiero sin nata, no me endulces tanto que al final me provocarás una subida de azúcar. 

Ya lo decía la canción.

I've loved, I've laughed and cried. I've had my fill; my share of losing. And now, as tears subside,
I find it all so amusing. To think I did all that; And may I say - not in a shy way,
" Oh no, oh no not me, I did it my way".

2 comentarios:

  1. Me quedo con lo de "a corto plazo ser sinceros es un error, pues nos resta capacidad efectiva de seducción, pero a largo plazo es un valor muy seguro".

    Muy cierto.

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  2. Gracias Chapolín, se nota que usted en esto del amor también es sincero. ¡Qué buena hembra le cobije!

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